martes

No soy poeta, soy cazador.
No escribo, sino cazo. Cazo versos
de la vida, de la calle, de los libros
versos vividos por otros de antemano
escritos torpemente en el aire
con sus cuerpos. Yo sólo me tropiezo con ellos
los cazo, los como, los invento de nuevo
y aunque resuenen en mi como propios
es falso. Los uso con egoísmo para mi bien
y los escupo orgullosos en el papel
para mostrar lo que somos; poco más
que un charco de tinta o sangre. Y luego,
satisfecho, bajo a la calle y me ofrezco
como blanco indefenso
para otros cazadores de tiro certero.

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