sábado

Hicimos sexo mientras tú hablabas de amor.
También hablaste de otras cosas sin importancia;
del invierno en marzo decidido a no abandonarnos,
del perro del vecino que ladró hasta la madrugada,
de la traición de los licores dulces;
para la resaca: agua
para la mañana: café sólo y tostadas.
Cualquier tema era bueno para preparar
el gran salto a la cama.
Incluso nos atrevimos con la deforestación del planeta.
A cada frase te acercabas a mi amor, a cada gesto
me alejaba hacia tu sexo.
Por la mañana tu cuerpo dormía sin alma, sólo cuerpo,
como muerto,
ausente,
mientras yo preparaba café sólo y tostadas.
La memoria ayuda en los detalles y eso conmueve. Y
te conmoví.
Pero cuando comprendiste que detrás de tu sexo
no se encontraba mi amor
te fuiste.
Tiempo más tarde volvimos a quedar. Por el sexo. E hicimos
sexo,
básicamente sexo,
y ya no hablabas de amor.
Entonces nos usamos hasta agotarnos, porque sí, por placer,
porque siempre es mejor ser dos en una cama.
Sólo por eso, por nada más,
por ser dos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario