martes

Cuelgan sombras del balcón.
Sentado en la repisa de la ventana las observo
y modifico con un gesto de mi mano
interfiriendo el trayecto de los rayos del sol.
Pasa el rato y se me cansa el brazo
y se me duerme la mano, y me siento luz y sombra y mano y
sol.
Y quiero seguir ahí, sentado hasta el anochecer
como si sólo de materia estuviera hecho.
Para muchos eso es perder el tiempo
para otros incluso matarlo.
Hay quienes echan un vistazo
y musitan con desprecio: holgazán!
Para mí sólo es vivir;
ese extraño y mágico instante en el que todo encaja
y la incertidumbre se reduce al silencio
y no cabe espacio para la palabra
ni la acción, y uno solo pretende estar, ser, vivir
sentado en el balcón.

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