lunes

Vuelvo a mi ciudad para despedirme.
Los míos caen
en otoño
mientras un tren
me acerca a viejas heridas.
Aun así os pido que nadie
me cambie los ojos
pues hoy veo el mundo con la ilusión
de un niño travieso
que se desploma en el sofá.
Hago siestas de tres horas
y ando por la calle
aguantando el equilibrio
en el borde de las aceras:
"-Mira abuelo lo que sé hacer!"

Últimamente
me siento bien

aunque te estés yendo.
Eres el primer muerto
de mi nueva vida
a los otros por fin los dejé atrás.
El aire me despeina
pero me gusta
porque sé
que eres tú.